Cholango con Nebot, Marlon Santi con Isidro Romero.
Pachakutik ente 2019 compartiendo la misma mesa con la extrema derecha más recalcitrante que puede haber
¿Luego de más de 5 siglos de robos, saqueos y explotación se puede hacer una Unidad Política y confiar en los mismos responsables de la crisis del país y de los pueblos y nacionalidades?
¿En dónde están los principios éticos comunitarios y la unidad y acción con el pueblo organizado?
Aquí La historia.
El diputado Salvador Quishpe fue agredido por el bloque de legisladores socialcristianos en un reality show que expuso el racismo patógeno de las élites a las que representan, quienes no se reconcilian con la presencia creciente en el escenario político de “indios”, provenientes de las 12 nacionalidades originarias que conforman Ecuador y constituyen una parte sustancial de su población.
Quishpe, vestido con su legendario traje Saraguro negro de pantalones a las rodillas, poncho y sombrero, que simboliza el luto de su pueblo por los crímenes de 500 años de colonialismo, reclamó al presidente del Congreso, Guillermo Landázuri, por su negativa a garantizar el derecho a la palabra a los diputados de Pachakutik, en lo que calificó como un acto de servilismo a Febres Cordero, cuando en pandilla, alrededor de 20 diputados socialcristianos se abalanzaron en contra de él calificándolo a gritos de “indio drogado con ayahuasca”, “indio ignorante” y otros improperios, en tanto un comentarista deportivo, Pocho Harb, diputado socialcristiano, le despojó de su sombrero y lo colocó en el suelo, en medio de las risotadas de sus colegas y Febres-Cordero lo calificó como ” energúmeno con poncho”. La personalidad y firmeza de Quishpe impidió que fuese agredido físicamente.
El asalto no fue un accidente, fue incluido en la preparación de la presentación del diputado y ex presidente en el Congreso Nacional, que ocurrió recién el miércoles 21 de mayo, 4 meses después de la fecha en la que debió posesionarse, el 5 de enero pasado. Es una nueva versión de los ataques que Quishpe sufrió cuando en las elecciones parlamentarias de Zamora obtuvo la mayor votación porcentual de todo el país, poniendo fin a una hegemonía socialcristiana de más de 20 años.
En enero, León Febres-Cordero, se prohibió a sí mismo y a los diputados de su partido a asumir la presidencia del Congreso que le correspondía por mandato constitucional por constituir el bloque parlamentario más numeroso. Este acto de boicot a la Constitución, al poder legislativo y a la democracia en su conjunto, ocurrió cuando precisamente Salvador Quishpe había articulado una mayoría parlamentaria bajo el liderazgo de Pachakutik, que debía asumir la primera vicepresidencia del Congreso, creando un escenario en el que el viejo líder podía presidir el Congreso pero sin mayoría, lo que constituyó para él una inaceptable derrota política.
A última hora la decisión de Gutiérrez, presionado incluso por sectores de Pachakutik de abandonar la conformación de una mayoría parlamentaria de izquierda proclive a su gobierno, permitió a la alianza del partido socialcristiano y la izquierda democrática asumir el control del Congreso y ubicar inconstitucionalmente a Landázuri como su presidente. La partidocracia mantuvo así en sus manos un cerrado control de todos los órganos del poder público, Corte Suprema de Justicia, Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo Electoral y otros, lo que ha favorecido las tendencias derechistas en el gobierno del Coronel.
Con toda la prepotencia propia de la plutocracia, que manejó una espectacular cobertura mediática, al estilo Julia Roberts cuando va a recibir un Oscar en la Academia de Hollywood, Febres Cordero elegantemente vestido y maquillado, avejentado y con un ojo casi ciego, ingresó al congreso pisando una alfombra roja tendida por el presidente del legislativo, Guillermo Landázuri, quien convocó a una sesión extraordinaria para escuchar sus denuncias sobre corrupción en la renegociación de la deuda externa realizada en el gobierno precedente de Gustavo Noboa, a través de las que el ex presidente busca una vendetta política personal.
En tanto la presencia del caudillo derechista en el Congreso es recibida con una parafernalia sin precedentes, Landázuri le ha negado sistemáticamente el derecho a la palabra al Diputado Salvador Quishpe, en un acto que expresa el racismo, la discriminación y el repudio a la democracia de la alianza socialcristiana con la izquierda democrática.